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Foto de Kerolic vía Flickr |
Mientras componía, Amadeus Mozart le pedía a su esposa que leyera en voz alta libros que no guardaban relación alguna con la música. Era una acción destinada a mantener ocupada a la parte más racional de su cerebro e impedir que ahuyentara a las musas. Sin duda, parece una excentricidad. Sin embargo, la neurociencia confirma hoy que había cierto fundamento en ese método. Resulta que la parte izquierda del cerebro está vinculada a tareas lógicas y racionales, mientras que la derecha es más soñadora e imaginativa.
Mozart se sentía cautivo de una educación dirigida al hemisferio izquierdo. En la cultura occidental ha sido así desde Aristóteles hasta los racionalistas franceses:
Despréndete de todas las impresiones de los sentidos y de la imaginación, y no te fíes sino de la razón. Descartes.
Frente a ello, las investigaciones que le proporcionaron el Nobel a Roger Sperry concluyen que no hay un hemisferio más importante que otro y que la aportación de ambos es fundamental para cualquier tarea.
Si siembras juntos dos vegetales, las raíces se entrelazarán y mejorarán la calidad del suelo, de modo que las plantas crecerán mejor que si estuvieran separadas. Esto es sinergia, una de las leyes de la naturaleza, que también rige el funcionamiento del cerebro. No existe una yuxtaposición entre un cerebro lógico y otro imaginativo. Por lo que una educación centrada en el hemisferio izquierdo rompe un equilibrio natural y desaprovecha la fuerza de la sinergia para el desarrollo cognitivo.
El mensaje de las ciencias cerebrales no dejar lugar a dudas. Sin embargo, la escuela sigue escorada a babor. No es solo por el peso de la tradición. La sociedad actual, muy especialmente desde la irrupción de los ordenadores, encumbra a las cualidades del yo racional al tiempo que desprecia las del yo intuitivo. Seguro que alguna vez te han reprochado tener demasiada imaginación, pero es más extraño que desestimen tu idea por ser demasiado lógica... eso es más bien algo positivo.
Es el momento de que la educación empiece a compensar su atención respecto a los hemisferios cerebrales. En esta cuestión, la virtud está en el término medio.