Foto de Enrique Sánchez vía Flickr |
Recuerdo con cariño a Joaquín, era un compañero, un amigo de del colegio. Hoy lo etiquetaríamos como un alumno con "Necesidades Educativas Especiales". En aquella época, y para nosotros, era un niño que hacía fichas de primero en una clase de sexto. Su comportamiento también era más infantil, pero no nos resultaba extraño, lo conocíamos desde siempre. Lo cierto es que tener a Joaquín en clase era un privilegio. Mejor dicho, el profe Pedro hacía que lo fuera.
Ahora, después de diez años en las aulas, entiendo que un alumno con un nivel de competencia curricular de Primer Ciclo tiene que hacer un esfuerzo tremendo para soportar una clase de sexto. Creo que el profe Pedro también era consciente de ello. Por eso, cuando Joaquín se empezaba a mostrar más inquieto, el profe cortaba la clase. Daba igual si era mates, lengua o un examen. "¡Atención, Joaquín tiene algo que contarnos!", nos decía. Y para mí era fantástico, mi cabeza tampoco soportaba tanto tiempo seguido de trabajo intelectual.
Diez minutos, no creo que fuera más, SOLO 10 MINUTOS. En ese tiempo, Joaquín salía a la pizarra y nos explicaba lo que estaba aprendiendo. Otras veces, simplemente narraba lo que hizo la tarde anterior. El resto, escuchábamos. Si la situación lo requería, también participábamos. Sería imposible describir con palabras la sensibilidad con la que esa clase ayudaba o corregía a Joaquín. Incluso los más gamberros parecían transformarse en aquellos diez minutos.
Recuerdo que el profe tuvo problemas. Algunos padres "protestaron", sus hijos perdían diez minutos de clase todos los días. "Iban a ir menos reparados al instituto que los del otro sexto", le reprocharon. Mis padres asistieron a la asamblea que convocó el colegio. El profe Pedro dijo: "Es cierto, perdemos diez minutos de matemáticas, pero ni se imaginan lo que ganamos a cambio".
Ahora estoy seguro, Joaquín nos dio mucho más de lo que recibió en esos diez minutos. Nos ayudó a desarrollar la empatía, el respeto hacia la diferencia, la solidaridad... nos ayudó a ser mejores personas. Y todo a cambio de solo 10 minutos.
Educar la mente sin educar el corazón, no es educar en absoluto. Aristóteles
Estoy totalmente de acuerdo, todo no es matemáticas, lengua, etc. en la escuela tenemos que aprender aparte de cultura general a ser personas, a empatizar, respeto, solidaridad, etc. estas cosas son incluso más básicas para la convivencia en común que aprender a hacer una cuenta.
ResponderEliminarEste tema me toca la fibra y he pensado en ello algunas veces, porque yo en la actualidad estoy estudiando y hasta ahora de mayor en la facultad, para mi gusto noto que falta un poco de educación también en ese sentido, creo que los profesores también deberían de ayudarnos haciéndonos reflexionar sobre temas que ellos vean que nos acercan más a ser personas así empáticas, solidarias, etc. porque para mí, como saben más creo que nos debería ayudar en ese aspecto.
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ResponderEliminarLa labor docente de este profesor es de admirar. La adaptación curricular de los alumnos con necesidades educativas especiales es muy importante y beneficiosa para ellos pero cuando hay un niño con NEE en clase, todos los alumnos pueden aportar su granito de arena para hacerle la vida más facil a este compañero y que este esté plenamente integrado en su clase. Pienso que está en manos del docente que en el aula haya un clima de cooperación y solidaridad frente a un clima de individualismo y competitividad.
ResponderEliminarTotalmente de acuerdo con el texto.Educar el corazón, el alma, es la mayor educación que un niño puede recibir y, sin ninguna duda, la que jamás va a olvidar. Como docentes tenemos que ser conscientes de que trabajamos formando a personas, no a robots que se limitan a hacer la tarea aprendida, personas que tienen sentimientos y que al fin y al ca o van a ser el reflejo de lo que vean en sus aulas.
ResponderEliminarTodos tenemos la misma capacidad pero no sabemos aprovecharla del todo y a algunos nos cuesta más. Es un claro ejemplo que en la educación no solo es ir preparado sabiendo conceptos de las asignaturas, sino que también es aprender a comprender a los demás , respetar y ayudar a los demás aunque pienso que esto debería ser aprendido desde casa pero muchos padres no lo hacen.
ResponderEliminarEste artículo pone en evidencia lo inconscientes que podemos llegar a ser las personas. A mi modo de ver, lo que resulta escandaloso es que las familias protesten por los 10 minutos de clase "perdidos". Es preocupante y alarmante porque no podemos permitirnos educar dejando de lado los valores humanos. Todos, profesorado y familias, tenemos que remar en el mismo barco. Comprometernos y responsabilizarnos del ejemplo y la educación que damos a nuestros niños y jóvenes.
ResponderEliminarLo que esta clase aprendió en esos 10 minutos, como dijo el profesor, es mucho más valioso porque nos les enseña el respeto, la empatia, la aceptación de la diversidad, ... los humaniza y los hace crecer como personas.
Por otro lado, también es muy importante normalizar la vida de personas con necesidades especiales. Simplemente necesitan una ayuda diferente pero desde luego, el aislamiento no es una forma de ayudarlos, bajo mi punto de vista. El ser humano es un ser social, las relaciones con nuestros semejantes nos enriquecen a todos/as.
Me parece fabulosa la labor del profesor Pedro y creo que es un gran ejemplo que deberían seguir todos los profesores. Enseñar a los niños a respetar, a ponerse en el lugar de sus compañeros, a ser solidarios, entre otras cosas, es lo primero que hay que enseñar en la escuela. Los docentes tienen que atender a la gran diversidad que se presenta en una clase porque esto hace que todos salgamos beneficiados.
ResponderEliminarLas personas tenemos capacidades diferentes y hasta los alumnos con más dificultades pueden enseñar mucho. En muchas ocasiones, podemos sorprendernos de cómo los alumnos con más dificultades pueden darnos lecciones que no se nos olvidan jamás. Esas lecciones pueden no ser de metemáticas o inglés, pero sí de otras materias que son tanto o más importantes que las anteriores: amistad, cariño, humanidad... Además, en una sociedad tan deshumanizada e individualista, estos niños nos recuerdan que nos necesitamos unos a otros y que hay que mirar más allá de la piel para valorar adecuadamente a quien tenemos delante. Estos niños nos enseñan que hay que dar oportunidades, que debemos darnos oportunidades, y que más allá de una destreza académica formal se esconden una serie de cualidades que debemos saber ver.
ResponderEliminarMe parece envidiable y admirable el comportamiento tanto de la clase como del profe Pedro, tanto por la empatía y solidaridad de los compañeros/as de clase, como por la preocupación especial del profesor hacia Joaquín. Y es que eso merecen este tipo de niños, un trato que los haga sentir como son, iguales.
ResponderEliminarIgualdad o integración son algunos de las medidas a tener en cuenta con estos chicos/as.
Y por parte de los padres que protestan por esos diez minutos, me parece un poco triste, que se paren en el simple hecho de que sus hijos/as “pierdan” diez minutos, y no vean más allá de lo que ganan en valores humanos.
Excelente trabajo de empatía por parte del profesor y los alumnos, adecuado en la escuela primaria. Es importante que los más pequeños aprendan a relacionarse y respetar a sus compañeros, y diez minutos con esa edad no suponen una gran pérdida de tiempo estudiantil, mucho menos si ese tiempo se aprovecha inculcando otros valores. En mi opinión, estos valores deberían inculcarlos la familia, pero una ayuda en la escuela no hace daño.
ResponderEliminarOjalá hubiera más profesores como este. Es importante aprender matemáticas, lengua o historia, pero más importante es aprender valores humanos como la solidaridad, la empatía y la propia humanidad, en su sentido más puro. Sin duda los alumnos del profe Pedro no lo olvidarán jamás, ni tampoco a su compañero Joaquín.
ResponderEliminarEl método utilizado por este profesor me parece admirable por todo lo que enseñó a sus alumnos, aunque estos en su momento no se dieran cuenta.
Por parte de los padres me parece indecente que protestaran porque sus hijos "perdieran" 10 minutos de clase. Esto deja evidencia de que carecen de empatía y solidaridad y también queda constante que tampoco, en casa, se lo enseñaron a sus hijos.
Vuelvo a hacer hincapié en que estamos llenos de diversidad, tanto por fuera como nosotros mismos interiormente. De hecho como en este ejemplo de clase, que no Joaquín era el único diferente al resto, estoy seguro que todos ellos tenían particularidades distintas.
ResponderEliminarEn este caso el profesor como buen docente, se dio cuenta de lo importante que es educar a la persona sentimentalmente, desarrollando la empatía, el respeto y sobre todo la solidaridad.
Como bien se demuestra en este post, sólo hacen falta unos minutos, para hacer crecer a los alumnos como verdaderas personas, pues al fin y al cabo estás construyendo un buen futuro en pocos minutos.
Me parece admirable esta oportunidad de aprendizaje, tanto para todos los alumnos como para el docente. Muchas personas piensan que tener a un niño con Necesidades Educativas Especificas en el aula es un atraso para todos los compañeros y compañeras. Pero nadie se imagina lo enriquecedor que es educar en diversidad, aprender de las diferencias y gracias a esto, desarrollar valores como el respeto o solidaridad.
ResponderEliminarTodo docente debe experimentar esta experiencia en el aula con su alumnado, dedicar 10 minutos de desconexión y de aprendizaje.
Ojalá todos los profesores fueran como Pedro. El hecho de que los padres protestaran por esos "10 minutos" me parece increíble. Educar no se basa en leer y explicar X páginas de un libro día tras día. Educar se basa en inculcar valores y, a parte, también enseñar esos contenidos de los libros de forma que el alumno aprenda y muestre interés. Hay muchos datos que nos enseñan que se nos olvida con el transcurso de simplemente un par de días, pero una educación basada en valores, en educar al corazón, en hacer actividades que permitan desconectar al alumnado unos instantes, normalizar una educación basada en la diversidad, etc. perdura para siempre en la ideología de esos alumnos y en su empleo cuando sean adultos, ya que lo tienen totalmente normalizado en su mente.
ResponderEliminarEsta historia me ha puesto del pelos de punta, me parece admirable la dedicación de ese profesor por no hablar los alumnos de su clase, que mas allá de portarse mal en ese intervalo de tiempo o protestar, se transformaban y ayudaban al respiro de este alumno.
ResponderEliminarEs cierto que resulta cansino dar mucho tiempo seguido una asignatura seria, me cuesta hasta a mí en la universidad, con más razón aún le cuesta a un niño de sexto. No me cabe en la cabeza como un niño con dificultades apto para un curso de primero pueda soportar una clase de sexto de primaria, en la que todo lo que escuchará y oirá le parecerá chino.
Es muy importante conocer el nivel de cada alumno para adaptar las clases a él, todos no vamos al mismo ritmo en ningún nivel de la vida y debemos ser conscientes de ellos, sobre todos en la escuela.
Que historia tan enternecedora, me ha parecido magnífica la actuación del docente. Es triste ver como los padres se quejaron y decidieron pensar solo en sus hijos. Estimados familiares les invito a que reflexionen sobre qué pasaría si ese niño fuese el suyo ¿Pensarían igual? Con esto quiero destacar la importancia de trabajar la empatía en los centros, el saber ponernos en el lugar de otro es algo esencial en la vida.
ResponderEliminarMe ha encantado leer la experiencia de tu infancia, yo tuve una similar pero no desde los primeros cursos y ahora observando desde “la madurez”, además de lo aprendido en estos cuatro años de Magisterio, sé que era privilegiada por el hecho de contar con la presencia de alguien que tenía una perspectiva tan diferente a mía. Por ver el esfuerzo que tenía que realizar para ir al son de “la normalidad”. Ahora lo recuerdo y me río, pero entonces me daba coraje que se copiara solo con tocar los libros debajo de la mesa (tenía discapacidad visual severa y usaba Braille) y a mí me resultaba más difícil, o lo que hoy valoro igualmente porque tuve que acostumbrarme (concentrarme) al ruido de la máquina en los exámenes, por lo que algunas familias protestaron igualmente.
ResponderEliminarEn definitiva, siempre va ser positivo la inclusión cuando el profesorado esté preparado y concienciado con la inclusión, puede entonces dar unos aprendizajes humanizados que les enriquezcan de por vida.
Bonita historia, que creo que no es para nada la única, muchas personas tienen historias similares que contar. Aunque haya personas que no tengan sensibilidad para descubrirlo, es importante que desde niños se tenga la oportunidad de, como dice la cita de Aristóteles sean educados de corazón, no solo de mente.
ResponderEliminarEl avance en cuanto a las Necesidades Específicas de Apoyo Educativo han sufrido una transformación positiva, la eliminación de la segregación ha permitido una mayor diversidad en el aula que, tal y como se redacta en el post, resulta beneficiosa para todos.
ResponderEliminarEs curioso como el sistema educativo tiene mucha facilidad para clasificar al alumnado en base a sus defectos, sin tener en ningún momento en cuenta sus habilidades, y lo positivo que es dentro de un espacio dedicado al aprendizaje la interacción entre los distintos individuos para enriquecerse gracias a sus iguales, creando una imagen de apreciación de todas las personas y, en consecuencia, ganar en empatía.
Ahora mismo, corresponde mucho adoptar esta práctica o no al docente, el cual si no considera esta pedagogía, debería reconsiderarse a sí mismo.
Este post es una lección de vida: hacia unos padres, hacia el alumnado, hacia el profesor Pedro y hacia el propio Joaquín. Es necesario desarrollar una educación en valores para generar ciudadanos competentes, todos tenemos a un Joaquín y un Pedro en nuestra vida, debemos apreciar lo que esas personas nos enseñan y aprender a ser generosos.
ResponderEliminarEstoy totalmente de acuerdo con este post y con la acción realizada por aquel profesor. Sin corazón no somos nada con la educación que nos vayan a enseñar por lo que debemos crecer primero como personas para luego poder llevar a cabo una simultánea tarea de enseñanza de conocimientos como las matemáticas ,lengua...etc.
ResponderEliminarCada vez nos fijaremos más en esas rarezas de la práctica educativa para ir construyendo la escuela del futuro. Es posible que los alumnos que estan empezando a estudiar hoy en diá, dentro de 20 años, cuando salgan de la universidad, no tengan dónde trabajar. Si no les hemos enseñado a vivir en sociedad, a ser mejores personas, a respetar, a amar, a ser libres. Si no les hemos enseñado más que materiales curriculares, no van a poder adaptarse a esta situación. Tenemos que contruir una sociedad para las personas, con personas y hay que empezar desde la escuela.
ResponderEliminarMe ha parecido una gran iniciativa la del profesor Pedro, teniendo en cuenta la escasa formación pedagógica con la que contaban los docentes de su época. Esto demuestra que no hacen falta normativas establecidas, en cuanto a necesidades educativas especiales se refiere, cuando existe buena voluntad y valores humanos. Además, la sociedad es diversa y debemos aprender a aceptar las particularidades de cada uno desde pequeños y a saber sacar provecho de las bondades que nos brinda la diversidad en favor de una sociedad más tolerante y de nuestro propio enriquecimiento personal.
ResponderEliminarA mi entender, aparte de la educación curricular, un buen docente debe asumir la tarea de promover en los alumnos valores positivos como la solidaridad, la cooperación o la empatía, pues si necesaria es la formación intelectual, esta debe ser complementaria a la formación moral, ya que sin la unión de estas herramientas los chicos no podrán desarrollarse íntegramente como personas. Por tanto, esta es una tarea en la que deben ir de la mano familia y escuela, pues esto es algo que a la larga beneficiará al conjunto de la sociedad.
Como he comentado en la lectura anterior, estoy muy a favor de este artículo. Creo que estaria muy bien tener NEE en clase para que a parte de aprender ellos de los demás los demás aprendieran de ellos, vieran que hay gente diferente y que son también personas con quien se puede hablar, jugar o ser amigo. Y como dijo el profesor Pedro han aprendido mucho más de lo que se piensan en esos 10 minutos, han desarrollado empatía, solidaridad, etc. rasgos muuy humanos y necesarios en las sociedades.
ResponderEliminarMuy interesante. La historia de cómo 10 minutos puede ayudarte a darte cuenta de lo valiosas que son algunas personas. Todos los profesores deberían hacer lo mismo.
ResponderEliminarEstoy haciendo las prácticas en un colegio, y el otro día dimos un taller a una clase, ya que esta contaba con un niño de NEE, el cual tiene ásperger. Queríamos hacer llegar a sus compañeros que este niño es igual que ellos, solo que tiene algunas pequeñas dificultades y que ellos deben acogerlo como uno más intentando que se sintiera acogido por su clase. Creo que los niños reflejan lo que aprenden, por eso me ha parecido genial esta técnica para aplicar en clases donde se den estos casos, ya que escuchar 10 minutos a esa persona te puede enseñar mucho más que 10 minutos aprendiendo a sumar, ya que han aprendido valores que necesitan para enfrentarse a su vida tales como la empatía, el respeto y la solidaridad.
ResponderEliminarEste texto me ha parecido maravilloso y ese docente una persona valiente y creativa. Valiente por "enfrentarse" a los alumnos, que probablemente al inicio se extrañasen de la iniciativa, y también a sus padres y su medida del tiempo y lo eficaz. Creativo por crear espacio y momento para valorar a ese niño. Con esos 10 min. beneficiaba a toda la clase de valores imprescindibles para la convivencia en sociedad y además hacía que ese alumno se sintiese valorado y escuchado potenciando su autoestima.
ResponderEliminarUtilizaré esta idea y la comentaré para que más personas también puedan hacerlo.
Ojalá más profesores como Pedro, enseñando desde el cariño, el respeto, los sentimientos… Esos 10 minutos pueden ser cruciales en el desarrollo a nivel personal de los alumnos, les capacitan para ver que cada persona es única, que existe una diversidad y que no hay absolutamente nada de malo en ello, si no todo lo contrario, eso nos enriquece como personas, nos hace en definitiva más humanos.
ResponderEliminarBonito post y bonita anécdota. Por suerte existen profesores como el que narra esta historia. A veces miramos a lo diferente con miedo, porque nos han enseñado que no salirse de la norma es lo que esta bien, pero sin embargo lo diferente nos enrriquece
ResponderEliminarA dia de hoy me sigue pareciendo una burrada, y con perdón de la palabra, la cantidad de horas que los estudiantes pasan sentados, con una materia tras otra, pretendiendo que su nivel de atención a lo largo del día sea el mismo. Es completamente alucinante. Salirse a ve ces un poco de la norma, y dedicarle unos minutos a la escucha, al compañerismo, al "desconectar" el cerebro durante unos minutos es necesario para que sus mentes rindan a un ritmo adecuado.
ResponderEliminarCuando pensamos en el concepto de escuela, se nos viene a la cabeza automáticamente asignaturas como matemáticas o lengua. Pero la realidad es que no solo es esto lo que se aprende en el colegio sino también a cómo desarrollar habilidades o destrezas como la empatía, el respeto, la solidaridad… cosas que pasan desapercibidas pero que son las más importantes para ser una mejor persona. Parece increíble que sean los propios padres de los alumnos los que se quejan recriminando que sus hijos pierden 10 minutos de clase. Quizás son ellos los que deberían aprender y comenzar a ser conscientes de la importancia de esos 10 minutos y que, incluso, también necesitarían poner en práctica.
ResponderEliminar"Educar la mente sin educar el corazón, no es educar en absoluto" dijo Aristóteles. Todas las personas que se vayan a dedicar a la docencia deberían tener esta frase muy interiorizada ya que a parte de crear seres que sepan matemáticas, ciencias, lengua... debemos contribuir a la creación de seres emocionales donde su crecimiento personal pueda ser en parte, gracias a los docentes. Me ha dejado muy impactada la reacción de algunos padres pero pienso que son así ya que ellos en su etapa escolar, no fueron educados desde el corazón.
ResponderEliminarEl Profe Pedro sabía perfectamente que una verdadera inclusión se realiza a través de un intercambio entre todos los sujetos, así que incluso el niño extranjero o el niño con “necesidades educativas especiales” tienen algo que compartir para construir nuevos conocimientos. Es cierto que necesitamos más Pedros en nuestra escuela.
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ResponderEliminarTotalmente a favor de la visión en la que se erradican las etiquetas, en la que aprendemos a apreciar la diferencia como un valor que nuetre, que enrriquece los aprendizajes individuales y grupales. Por lo tanto, la diferencia deja de ser un hándicap para pasar a ser un requisito indispensable para la construcción de aprendizajes compartidos y relevantes.
Para mi, es totalmente normal tratar con niños con Necesidades Especiales ya que en mi colegio había muchos, pero no apartados de los demás, sino juntos en la clase. Al terminar la ESO y comenzar el Bachiller, vi como mis nuevos compañeros se reían de estos niños y no los trataban bien, algo que para mi era raro ya que yo siempre he vivido unas experiencias contrarias.
ResponderEliminarPor eso es importante que integramos a todos los niños, tengan o no Necesidades Especiales, para que ellos se vean incluidos y tratados como personas iguales a todos los demás.
La apertura a nuevos paradigmas en los centros educativos es un gran paso hacia la diversidad de personas, pensamientos, capacidades y talentos, no todo en la educación debe de ser dirigida hacia un solo punto, las perspectivas son tan amplias donde cada uno de nosotros debemos tener cabida, se aprende mucho mejor en pluralidad, se conocen nuevas formas de pensar y los formatos educativos se transforman. En el caso de Joaquín, quizá esos diez minutos fueron los momentos donde absorbía el mayor conocimiento, el resto de la clase aprendió a respetar al compañero, ser empáticos y saber que todos somos similares.
ResponderEliminarGenial ejemplo. Yo también tuve un Joaquín en mi clase de sexto, y el aprendizaje fue excepcional.
ResponderEliminarSi el sistema educativo, desde la cúspide, se preocupara por dotar correctamente los centros de profesorado y materiales, el alumnado con NEE podrían ser muchísimo mejor atendido. Para el resto de alumnado es una oportunidad de crecer y conocer otras realidades, muy necesario hoy día para crear un poco de humildad y empatía en lxs jovenes
ResponderEliminarGran ejemplo el del profe Pedro y que triste ver a padres que se "preocupan" de esta forma por la educación de sus hijos. Sin duda una gran labor adaptando las clases para todos los alumnos y atendiendo a sus necesidades.
ResponderEliminarUna sesión tiene muchos minutos y, como docentes, no podemos pretender que la atención del alumnado hacia la asignatura en cuestión esté presente en todo momento. A veces es necesario realizar una pausa que nos permita aprender unos de otros, escuchando atentamente a los demás. Todos nuestros alumnos son especiales ya que cada uno tiene una lección valiosa que enseñarnos. A veces, algunos requieren más atención que otros y eso no debería de ser algo negativo, sino al contrario. Es una oportunidad que se nos brinda y una de las mejores formas de cultivar nuestros valores y de crecimiento personal. En pocas palabras, debemos avanzar hacia el cambio que nos permita aprovechar y reforzar los dones que cada uno de nuestros alumnos llevan consigo, dándoles el lugar que se merecen.
ResponderEliminarMe parece una historia muy tierna pero a la vez muy ejemplar: si no somos buenas personas, de qué nos sirve saber mucho sobre matemáticas o ciencias o cualquier otra materia. Esta es una de las lecciones que pienso son vitales en una clase, donde los alumnos antes de nada deben aprender los valores básicos que les conducirán en sus vidas. El docente tiene la labor de promover valores positivos como la integridad, el respeto, la paciencia, la creatividad, etc. y una vez esto sea la base de la educación, estos niños y niñas estarán preparados para aprender sobre el resto de asignaturas. A mi parecer, el buen profesor no es el que se acata al libro y se va a casa como si no fuera su responsabilidad, si no que lucha y emplea su energía en enseñar lo más importante, la verdadera educación.
ResponderEliminarRecuerdo con mucho cariño también, a un chico que estuvo todos los años de educación primaria en mi clase, era un chico con necesidades educativas especiales. Lo recuerdo con un globo, porque tenía pánico a los globos y a diario, entre todos, tratábamos de ayudarle a superar ese miedo. Perdíamos unos minutos de clase siempre en ello, pero al pasar los años nuestro compañero pudo superar ese miedo, y todos nos sentimos parte de ese logro. Recuerdo con mucho cariño esas escenas y agradezco mucho al profesorado que daba lugar a ese tipo de aprendizaje.
ResponderEliminarQué buen mensaje nos brinda esta historia, la actitud del profesor hacia los estudiantes desarrollando en ellos esta empatía e inculcando la importancia de la diversidad, debería de ser replicada por muchos mas profesores. La unión que impulsaba, el respeto a la diversidad, la oportunidad que se le brindaba a el de sentirse parte del grupo y que el grupo lo acogiera como tal, son valores que todos esos niños van a llevar por el resto de su vida.
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