Foto de Enrique Sánchez vía Flickr |
El doctor Werner estudió durante treinta años a 500 niños nacidos en medio de la pobreza, en la isla Kauai. Como cabía esperar desde el punto de vista epidemiológico, la incidencia patológica era mucho más elevada que en contextos normales. Sin embargo, este médico también demostró que los niños que crecían sanos lo hacían, en gran medida, por la presencia en sus vidas de una persona (familiar o no) que les proporcionaba seguridad, confianza y afecto.
La teoría del apego tiene una explicación para el hallazgo de Werner: EL SER HUMANO NECESITA CRECER CON APEGO.
El apego es el vínculo de amor que se establece con la persona que ejerce como "cuidadora principal", y que suele estar representada por la figura materna y/o paterna (o abuelos, e incluso los docentes cuando falla la red familiar)
El apego satisface esta necesidad (no solo) humana de sentirnos queridos, de encontrar consuelo cuando sufrimos dolor, o seguridad cuando pasamos miedo. Se trata de una necesidad tan básica como la alimentación. Incluso más... El siguiente experimento es una buena prueba de ello.
Ainsworth introdujo el concepto de BASE SEGURA para referirse al conjunto estable de afectos que influirá de forma positiva sobre el desarrollo infantil. Lo opuesto sería un apego inseguro, que L`Ecuyer define a la perfección en su último libro (p. 169):
Por ejemplo, si el niño recibe el mensaje: "Tus necesidades no pueden ser atendidas", desarrollará el siguiente modelo de funcionamiento interno: "No puedo confiar en los demás", "El mundo es hostil", "No valgo la pena", "No soy competente". El resultado es apego inseguro. Todo ello lleva al niño, adolescente y eventual adulto a tener baja autoestima, alta inseguridad, bajas competencias sociales y resistencia a explorar lo desconocido.
La educación estará condicionada por los apegos. La pedagogía sistémica propone diferentes herramientas para analizar e intervenir, si fuera preciso, sobre los vínculos del amor. En este enlace puedes profundizar sobre ello. Aquí solo 350 palabras... Lo justo para terminar con una reflexión sobre el mejor regalo de esta navidad. No te va a costar dinero ni largas colas. El mejor regalo ese millón de pequeños actos de apego que tienes al alcance de tu mano.