Pirámide de la profesionalidad

Foto de Leo Hidalgo vía Flickr

No hace mucho asumí la dirección del Centro de Profesorado de Málaga. Más de 10.000 docentes, casi 350 escuelas... y todo lo que implica uno de los grandes CEP de Andalucía. Mi nueva responsabilidad me obligó a profundizar sobre: qué modelo de escuela estamos promoviendo desde la formación permanente o cómo se construye el modelo de profesionalidad en educación. Este post entra de lleno en la última cuestión.

¿Cuándo comienza la formación de un docente? Piénsalo, ¿en la Universidad? Quizá formalmente sí, pero lo cierto es que empezamos a conocer el oficio desde que pisamos el colegio por primera vez. Cuando entramos en una facultad de educación ya hemos presenciado miles de horas de clase. Este aprendizaje informal sobre la escuela arraiga en nuestro interior. Podríamos decir que forma el SUSTRATO sobre el que desarrollan muchas vocaciones o, también, sobre el que se apoyan muchas ideas sociales (y políticas) sobre cómo debería ser la escuela.


El gran problema de la educación —como acción pedagógica— es que muchos docentes siguen enseñando como les enseñaron, sin tener en cuenta que ese mundo en el que aprendieron ya no existe ni existirá

El sustrato no es inalterable. Es más, a veces, para levantar una edificación hay que remover el suelo y crear una base mejorada. En nuestro ámbito esto lo podemos conseguir realizando una revisión crítica sobre lo que vivimos (o sufrimos) en la escuela, la universidad... Con la "excavadora de la reflexión" empezaremos a construir este PRIMER NIVEL, el que soportará a los superiores. Antes del alzado vendrán preguntas trascendentales, del tipo: ¿por qué me hice docente?, ¿qué tipo de mundo quiero contribuir a crear?, ¿cómo veo esto de la educación?, ¿qué tipo de profesional me gustaría llegar a ser? En definitiva, buscaremos las respuestas que fijarán nuestro PARADIGMA (a esto ya le dedicamos un post).

La construcción de esta ideología pedagógica nos conducirá inexorablemente al SEGUNDO NIVEL: cómo desarrollarla. Así, empezaremos a movernos en la dirección que nos interesa y este camino seguirá modelando un paradigma personalizado, que actuará como referencia para interpretar nuestra realidad profesional y lo que Carles Monereo llama "incidentes críticos". De todo ello extraeremos productos de aprendizajes que se incorporarán a nuestra particular forma de intervenir en el aula, y así conformaremos un ESTILO único e irrepetible (a esto también le dedicamos un post).


El aprendizaje profesional no se produce en un centro formación, sino en un centro de trabajo

Y en el TERCER NIVEL adaptaremos o construiremos nuestras propias herramientas: una MOCHILA profesional que nos ayudará a responder a las exigencias del día a día. Aquí estarán, por ejemplo, los MÉTODOS (o protocolos que sistematizan la intervención). Respecto a ellos es importante evitar la obsesión con la ortodoxia metodológica. Deben ser un recurso a nuestro servicio y no al contrario. Eso sí, en nuestra mochila profesional debemos llevarlos todos. El acierto profesional tendrá mucho que ver con elegir el método apropiado para cada situación, más que con aplicar siempre el mismo por muy bueno que sea.


«Si tu única herramienta es un martillo, verás clavos por todos sitios» Abraham Maslow


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