Creatividad en tiempos de guerra

Foto de historydaily.org


«Yo no sé con qué armas se peleará en la Tercera Guerra Mundial, pero en la Cuarta se luchará con palos y piedras». Albert Einstein

No hace mucho, José Iribas me invitó a escribir en su blog. El post que publiqué analizaba un episodio de la Segunda Guerra Mundial. Algunos tuiteros me animaron a seguir mirando el conflicto con ojos pedagógicos. Así que vamos a ello...

En clase, la Segunda Guerra Mundial se suele abordar desde la perspectiva impersonal de la geopolítica. Sin embargo, también podríamos acercarnos al conflicto a partir de historias humanas, descubriendo a PERSONAS como Alan Turing, que salvó 14 millones de vidas y, a pesar de ello, fue condenado por su homosexualidad (la película Descifrando Enigma es ideal para conocer su historia y llevarla al aula). Pero este post quiere fijarse en otra hazaña increíble protagonizada por la tripulación del dragaminas Abraham Crijnssen.

Corría el mes de febrero de 1942, Japón imponía su poderío en el Pacífico y el emperador Hirohito había puesto sus ojos en el archipiélago de la actual Indonesia. Pertrechada para la invasión, la flota comandada por el por el vicealmirante Takeo Takagi se disponía a iniciar uno de los mayores combates navales que el mundo ha conocido, la Batalla del Mar de Java. Enfrente, las fuerzas aliadas hicieron todo lo posible para defender sus posiciones, pero en menos de doce horas ya habían perdido la mitad de sus efectivos, dañando únicamente a un destructor japonés.

El alto mando aliado, dando la batalla por perdida, ordenó que todos los barcos se retiraran a un puerto seguro en Australia. La tripulación del Abraham Crijnssen sabía que su buque era, posiblemente, el más lento de toda la flota aliada. Presa fácil para los cazas nipones que patrullaban el Pacífico. ¿Cómo evitar ser interceptados? Les iba la vida en encontrar una respuesta válida ¡Esta sí que es una buena pregunta para hacer ABP!

Llegaban noticias de otros acorazados que trataron de huir de aquellas aguas... y ninguna era buena. El enemigo acechaba en la única ruta de salida.


«Si buscas resultados diferentes, no puedes hacer siempre lo mismo». Albert Einstein

La creatividad venció al desanimo. La tripulación del Abraham Crijnssen tuvo una de esas ideas que están a medio camino entre la genialidad y la locura: CONVERTIR SU BARCO EN UNA ISLA. Lo cubrieron de maleza, incluso árboles, pintaron las cubiertas, retiraron la bandera... Navegarían durante las noches y pasarían el día en silencio, camuflados como una de tantas islas deshabitadas de aquel inmenso archipiélago. Tardaron mucho en llegar a Australia, pero llegaron sanos y salvos, a pesar de haber sido sobrevolados por aviones de vigilancia en más de una ocasión.

Historias como esta, en las que el ingenio humano soluciona problemas aparentemente imposibles, son muy frecuentes en la Segunda Guerra Mundial. Desde el punto de vista pedagógico, constituyen todo un argumento a favor de emplear problemas abiertos como recurso para desarrollar la creatividad. Y ten por seguro que contar este tipo de historias incrementará el interés del alumnado hacia el tema.

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