Incidentes críticos

Foto de Charlie Wales vía Flickr

Cuando trabajas en el ámbito de la pedagogía laboral pronto descubres que los aprendizajes profesionales más valiosos no suelen realizarse en un aula, sino en el propio centro de trabajo. Esta realidad nos empuja a buscar metodologías formativas que vayan más allá de las lecciones magistrales. Un buen exponente de opciones renovadoras es la Práctica Reflexiva (que ya hemos tratado aquí). Este post profundiza sobre otra metodología de cambio que se nutre de la experiencia profesional y del análisis entre iguales para generar aprendizaje.


Un incidente crítico es un evento significativo que ocurre en el ámbito laboral. Un hecho con potencial para desencadenar cambios en la identidad o en los procesos profesionales, ya sea por su poder desestabilizador, por la dificultad de resolución o por su capacidad para desafiar los roles y concepciones establecidas. Es, en suma, una experiencia con grandes posibilidades formativas.

Como afirma Carles Monereo, el análisis de los incidentes críticos abre la puerta a una modalidad co-creativa del conocimiento profesional. No es algo baladí, implica aceptar que el desarrollo de una competencia profesional es más efectivo cuando el objeto y el producto de aprendizaje están determinados por las personas implicadas, y no vienen predefinidos desde "arriba" (modalidad pre-constructiva del conocimiento).

¿Cómo aprovechar un incidente crítico?

El aprendizaje a partir de incidentes críticos no es algo nuevo. En el mundo sanitario, por ejemplo, las sesiones clínicas son una de las principales fuentes de generación de conocimiento. Los docentes tampoco son ajenos al intercambio de opiniones en torno a problemas comunes. Sin embargo, la articulación como un incidente crítico implica sistematizar un recorrido analítico que permitirá extraer toda la esencia formativa de las experiencias profesionales significativas. Para ello, proponemos la siguiente secuencia:

SELECCIONAR. Más que buscar o provocar, se trata de identificar una experiencia profesional que tenga la relevancia para ser considerada un incidente crítico: un problema complejo, una carencia que altere el proceso didáctico, una oportunidad de mejora, etc.

REGISTRAR. Es importante recabar la máxima información posible, el relato personal puede quedar algo sesgado. Sería oportuno contar también con las perspectivas de otras personas que hayan estado directamente implicadas. Entrevistas, grabaciones, matrices de resultados... Todo ello puede contribuir a delimitar el incidente crítico.

COMPARTIR. La visión compartida entre iguales es una de las grandes aportaciones de este método. Debe ser una comunicación profesional, en la que queden al margen los juicios de valor, el temor a las consecuencias por una actuación errónea... Una alianza de equipo (ver cómo se hace) puede ayudar a crear este clima de horizontalidad.

ANALIZAR. El verdadero valor del incidente crítico vendrá determinado por la capacidad de vincular el hecho con experiencias, teorías y propuestas. Se trata de generar un espacio para el debate y para la generación de ideas. E aquí el verdadero aprendizaje.

PRODUCIR. El aprendizaje siempre debe concretarse en una mejora profesional o sistémica. El valor de esa conclusión será incuestionable, por cuanto parte del una situación real, que está contextualizada y que se trata para aportar un valor de mejora.

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