Foto de Giovanni Pracucci vía Flickr |
Lorenzo Milani (1923-1967) fue un párroco italiano que transgredió los convencionalismos propios de su época y su posición para crear un modelo educativo inclusivo, solidario y humanista. La escuela popular de Barbiana representó un oasis en medio del desierto de exclusión y fracaso escolar que era la educación formal en Italia. La pedagogía de Milani es uno de esos tesoros ocultos que merece la pena descubrir a partir de testimonios en primera persona.
Todas las personas tienen derecho a saber. Saber permite participar...
Esta idea cobra fuerza en un contexto determinado por un sistema demasiado preocupado por medir a su alumnado y clasificarlo entre buenos y malos para estudiar. Barbiana parte de un principio opuesto: el saber como un derecho que la escuela debe garantizar. Milani decía que no juzgaba la calidad de sus alumnos con exámenes —no los había en Barbiana—, sino que centraba su esfuerzo en sacarlos a todos adelante. Para él, saber permitía participar en la sociedad, y la escuela debía garantizar que los pobres también participaran.
...Hay que participar para construir un mundo mejor
Entendía la educación como un medio de transformación social. Así lo explicaba uno de sus alumnos: "Se busca un fin para la escuela. Es preciso que sea honesto. Grande. Que no requiera del muchacho más que ser persona. Es decir, que vaya bien tanto para creyentes como para ateos. Yo lo conozco. El cura me lo ha enseñado desde que tenía once años. Me ha ahorrado mucho tiempo. He sabido por qué estudiaba. El fin justo es dedicarse al prójimo. Y en este siglo, ¿cómo quieres amar si no es con la política, el sindicato o la escuela? No es ya tiempo de limosnas, sino de opciones. Contra los clasistas, contra el hambre, el analfabetismo, el racismo, las guerras".
Milani, con su pedagogía dell´ aderenza, buscaba "dar la palabra a los pobres" y, eso no significaba permitirles hablar, sino posibilitar que fueran ellos los que pusieran nombre a las cosas: "Quien cree en la vocación histórica de los pobres para llegar a ser clase dirigente, no querrá ofrecerles ninguna cultura, sino solo el material técnico que necesitan para construir una cultura nueva que nada tenga que ver con la otra".
La escuela es el bien de la clase obrera, la dignifica y la dota de instrumentos para construir una cultura propia
La ideología política parece impregnar su modelo pedagógico, pero Milani defendió que su propuesta es instrumental y no adoctrinadora. Esto no es óbice para que el docente se posicione ideológicamente. Milani nació en una familia acomodada, pero su cometido religioso lo acercó a los estratos más bajos de la sociedad rural italiana. Su amor hacia los podres y su determinación para ayudarles lo vinculó a la lucha de clases, con la educación como única arma para empoderar al obrero.
No existe separación entre la responsabilidad del que manda y de los que obedecen. No hagas nada sin reflexionar antes y sin estar convencido de ello
Milani vivió el fascismo y entendió que su mejor antídoto era una ciudadanía capaz de pensar de forma crítica. Así lo argumentaba: "Si damos la razón a los teóricos de la obediencia y a ciertos tribunales alemanes, del asesinato de seis millones de judíos solo responderá Hitler. Pero Hitler era un irresponsable porque estaba loco. Así que aquel delito no ha ocurrido nunca, porque no tiene autor. No hay más que un modo de salir de este macabro juego de palabras: tener el coraje de decir a los jóvenes que son soberanos, por lo que la obediencia ya no es una virtud, sino la más sutil de las tentaciones".
Nada del periódico sirve para vuestros exámenes, y esa es la prueba de que hay poco en vuestra escuela que sirva para la vida
Su pensamiento pedagógico se concretó en una didáctica muy pegada a la realidad, basada en lecturas de prensa, escritura colectiva, entrevistas a visitantes, clases al aire libre, indagación, reflexión, diálogo... Y todo en una escuela abierta doce horas diarias, de lunes a domingo. Para Milani, el buen docente es aquel capaz de "escrutar los signos de los tiempos y adivinar en los ojos de los chicos las cosas bellas que ellos verán claras mañana y nosotros hoy solo confusamente". El lema que coronaba su clase en Barbiana sintetiza bien este compromiso: I care (me importa).
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